Con gozo indecible hemos vividos los 65 peregrinos de Zamora, junto con los de Salamanca, estos días en Lourdes. Los que repetíamos peregrinación, sintiendo que nos encontrábamos de nuevo en la casa de la Madre, que es ya de corazón la nuestra. Los nuevos, rompiendo cualquier prejuicio con el que pudieran acudir, y descubriendo asombrados los mil y un detalles sorprendentes del santuario: el clima de oración, la quietud, las inmensas multitudes, la profunda alegría interior que se respira. Especialmente conmovedora ha sido la presencia de nuestros enfermos y voluntarios, en las diversas celebraciones.
Además de eso, el reencuentro con tantos amigos. En primer lugar los de Salamanca, que son ya de la familia, especialmente los voluntarios. Igualmente los de Astorga, Cuenca, Coria-Cáceres... Además, Lourdes es un lugar donde te puedes encontrar a quien menos esperabas.
Nuestra peregrinación ha sido presidida por el Obispo de Salamanca, D. Carlos. Hemos tenido, como en años anteriores, la Misa Internacional y la Misa en la Gruta, Celebración Penitencial, Via Crucis de peregrinos sanos y de enfermos, una excursión opcional a las cuevas de Betharram (que pocos se han perdido), y dos eucaristías más, una de llegada y otra de despedida, en la Capilla de Santa Bernardeta. Varios han acudido a bañarse en las piscinas y a las misas nocturnas en la gruta, un momento especialmente íntimo y espiritual. Todos hemos cogido agua, además de comprar los obligados recuerdos.
Incluímos ahora la foto de grupo de la peregrinación de Zamora, a la espera de poder subir más fotos de estos días.