jueves, 31 de diciembre de 2009

Hospitalidad de Lourdes

¿Tienen algún sentido los santuarios y las peregrinaciones en nuestro siglo XXI? Ésta misma pregunta se siguen haciendo expertos de todo el orbe católico, ante una sociedad cada día aparentemente más marcada por el individualismo, más preocupada por el bienestar y la ocultación del sufrimiento... más secularizada y menos religiosa.

La respuesta está ante nuestros ojos. La respuesta está en Lourdes adonde, como a otros grandes santuarios católicos, cada año acuden centenares de miles de peregrinos. A pesar de las masas, a pesar de las escenas de enfermedad y dolor a cada paso, Lourdes es paz, es alegría, es esperanza.

La peregrinación a Lourdes es una ocasión única de gracia. Junto con la Virgen María y Santa Bernardita renovamos y celebramos nuestra fe en un marco de profundo recogimiento y oración.

Es una experiencia intensa de Iglesia, rezando y cantando con cristianos de todas las edades, lenguas y nacionalidades.

Es una vivencia conmovedora de misericordia, cediendo la prioridad a los enfermos, favoritos del Reino de Dios, asociados en su dolor a la Cruz y a la Redención del Señor. Si una imagen define Lourdes son las larguísimas filas de sillas de enfermos, y los voluntarios uniformados, la mayoría jóvenes, que las conducen.

Nadie vive con indiferencia la peregrinación a Lourdes, y nadie vuelve igual que fue. En el corazón de todos los peregrinos alienta el deseo de poder volver. Lourdes coge el corazón y se convierte, de la mano de María, en el hogar familiar al que regresar cada año.

La Diócesis de Zamora realiza desde 2008 una peregrinación diocesana anual a Lourdes, con enfermos y voluntarios. En 2010 nuestro Obispo ha erigido la Hospitalidad de Lourdes de Zamora, como órgano permanente para la realización de las peregrinaciones y la difusión del espíritu de Lourdes.