jueves, 31 de diciembre de 2009

Santuarios y romerías

El Pontificio Consejo para la pastoral de emigrantes, encargado de este tema, definía a los santuarios como “memoria, presencia y profecía del Dios vivo” . Memoria agradecida de la acción del Señor que, señalando singularmente ese lugar, ha plantado su tienda en medio de los hombres; memoria de la fe recibida de los mayores, de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces. Presencia de Dios que acompaña a su pueblo, especialmente en su Palabra y en sus sacramentos, celebrados ambos con especial vivencia. Profecía de una sociedad nueva, más fraterna, y de una patria definitiva en que «santuario no vi ninguno en ella, porque el Señor, el Dios todopoderoso, y el Cordero, son su santuario (Ap 21, 22)».

La pastoral de los santuarios queda determinada por el cuidado del edificio y del entorno, de manera que su belleza, su decoro y su paz ayuden a elevar el espíritu; la acogida de los que acuden, peregrinos o romeros, fomentando los lazos fraternos y el sentido eclesial; la celebración litúrgica cuidada, especialmente de los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia; la proyección social en favor de los que menos tienen…

Un papel especial tienen los “servidores de la fe” en el santuarios: santeros, cofradías, devotos que de forma desinteresada colaboran en su acción. A ellos va dirigido principalmente el trabajo de la Delegación.

Zamora es una tierra singularmente rica en romerías, varias de ellas internacionales. Cada primavera, miles de zamoranos salen a los caminos para participar en esas celebraciones devotas y festivas, donde se reza, se baila y se comparte la mesa. Forman parte inexcusable de nuestra esencia diocesana y de nuestra vivencia de la fe.