martes, 16 de marzo de 2010

La credencial de peregrino: un documento serio

Durante siglos, sin el invento de la fotografía, sin DNI ni ningún otro documento que acreditara su identidad, los peregrinos han portado la credencial extendida por su parroquia como el modo de demostrar el motivo de su caminar, para distinguirles de los ladrones o vagabundos. El párroco certificaba que ese hombre caminaba hacia Santiago por un motivo religioso, y pedía para él asilo y protección. En ese mismo papel, el peregrino se preocupaba de ir recogiendo los sellos de las diversas parroquias por las que pasaba a lo largo del Camino, que servían para ratificar su condición de viajero religioso.


Desde la revitalización de las peregrinaciones, en los años 70-80, aparecen las credenciales impresas y se impone paulatinamente un modelo oficial, como el que hay hoy día, editado por el propio Cabildo de la Catedral de Santiago, y que es el único que la Catedral reconoce.

No se trata de un mero objeto de recuerdo, ni de una simple colección de sellos. Es un documento “oficial” que tiene varias finalidades.
- acreditación del peregrino como tal, como alguien que acude a Santiago por un motivo religioso
- como auténtico peregrino, hacerle beneficiario de los albergues que ofrece la hospitalidad cristiana en el Camino
- permitirle obtener el certificado de haber peregrinado a Santiago, la llamada “Compostela” (y no “compostelana”): un documento que otorga la Oficina del Peregrino de Santiago, sólo al que realiza la peregrinación por devoción, y recorre al menos 100 kilómetros si va andando, o 200 si va en bicicleta o a caballo.

La credencial es por tanto un documento exclusivamente religioso, no deportivo o turístico. De acuerdo con la tradición, el lugar propio para obtener la credencial es la propia parroquia de origen pues, aunque el modelo sea estandarizado, es su párroco quien le presenta y acredita.

Todas las parroquias de nuestra Diócesis puede expedir ese documento, en que el peregrino irá recogiendo los sellos de los diversos lugares que recorre, preferentemente de las parroquias, pero también son válidos los de ayuntamientos, albergues… o cualquier otro medio de demostrar su paso. La Oficina del Peregrino de Santiago pide un sello por día, o dos por día si sólo se recorren cien kilómetros.

Además de eso, se expiden también credenciales en la Iglesia de San Cipriano (en horarios de visita), especialmente para los peregrinos de otros lugares que empiezan su recorrido en Zamora, y que no han podido obtenerla antes; en el Seminario (Plaza de San Andrés), y en el Obispado (en horario de mañanas), sobre todo para los grupos numerosos.

La credencial es personal, y nunca se expide en blanco, sino debidamente rellenada y sellada, guardando la entidad que la expide un recibo con los datos del peregrino. Impresa en cartulina, consta de 14 páginas que se abren en forma de acordeón. La segunda de ellas consiste en un formulario destinado a servir de carta de presentación a cumplimentar por la parroquia o entidad que la expide. Al pié está el espacio en el que, cumplida la peregrinación, la Oficina de Acogida del Peregrino de Santiago, pondrá la fecha y el sello, al tiempo que otorga la Compostela.

La tercera página, y las cinco siguientes, van destinadas a colocar los sellos con la certificación de paso en albergues, parroquias, cofradías, etc. El reverso muestra una serie de mapas de los Caminos de Santiago.