De vuelta a casa, tras estar en Lourdes esos días que se hacen imprescindibles. La IV peregrinación diocesana a Lourdes ha resultado, como siempre, un tiempo maravilloso de gracia, de paz y de fraternidad. Y fraternidad también con los hermanos de la Hospitalidad de Salamanca que nos acogen con los brazos abiertos.
¡La gran familia de la Iglesia! Especialmente entrañable encontrarnos con la Hospitalidad de Segorbe-Castellón y su obispo, nuestro querido don Casimiro. Y echar de menos a Don Gregorio que, estamos seguros, va a presidir nuestra peregrinación en los años próximos.
Ahora es el tiempo de madurar y vivir todo aquello que Lourdes ha sembrado en nuestros corazones.
¡Gracias Madre!
¡Hasta el año que viene!
0 comentarios:
Publicar un comentario